¿Cuál es el Origen, la Causa y el Destino de las Cosas?

El origen, la causa y el destino de todas las cosas, definitivamente es Dios; el Padre Eterno – el divino autor de la vida universal – y supremo creador del infinito universo expansivo pensante y viviente; conocido también como el macrocosmos 0 el reino de los cielos; lugar de origen de todas las cosas conocidas y desconocidas por el conocimiento humano; el macrocosmos 0 el reino de los cielos, es el lugar en donde todos fuimos creados primero como espíritus puros, inocentes y angelicales; la divina morada celestial es el lugar en donde todos pedimos a Dios, la prueba de la vida humana; pedimos al divino padre celestial, la encarnación y la reencarnación; para hacer nuestros méritos auténticos para lograr la eternidad física que Dios promete en su divino evangelio, como la resurrección de la carne; que significa recibir un cuerpo de carne eterna; un cuerpo que no se enferma, que no envejece, que no muere y que no se pudre; la divina resurrección de la carne es un premio divino; y para lograrlo hay que hacer los méritos respectivos; respetando las divinas leyes, cumpliendo los divinos mandatos, y haciendo la divina y santa voluntad de Dios padre. El macrocosmos 0 el reino de los cielos, es el lugar celestial, a donde todos retornaremos después del proceso llamado: el desencarnamiento; que la mayoría de seres humanos conocemos como la muerte 0 la partida del espíritu al mas alla.

La muerte es un proceso que consiste en la separación definitiva del espíritu y la materia; se rompe el cordon de plata y se separan definitivamente el espíritu de la materia; la esencia viviente que da calor al cuerpo y anima la materia, parte hacía las dimensiones espirituales en busca de su lugar de origen; en otras palabras, la muerte es el cese de las responsabilidades del espíritu con la materia; lo que significa que el cuerpo físico o la materia, no es mas que una herramienta que nos concede el padre eterno, para evolucionar y perfeccionarnos espiritualmente y materialmente.
El origen de todas las cosas, es Dios; porque Dios, es el divino creador de todo origen conocido y por conocer; no existe nada en el universo, que no tenga un origen divino.

La divina causa de todas las cosas, es Dios; porque Dios, es la causa suprema de todas las causas conocidas y desconocidas por el conocimiento humano; la verdadera causa de todas las causas esta arriba; los efectos están abajo en los planetas de pruebas relativas.

Y el destino de todas las cosas, es Dios; porque Dios es el divino creador de todo destino; todo sale de un punto, y todo retorna al mismo punto; significa que todo sale de Dios, y todo vuelve a Dios; todo tiene un origen y todo tiene un destino; y el destino del todo sobre el todo, es Dios; el destino del espíritu y la materia, es Dios; porque todos venimos de Dios; y todos volvemos a Dios; es ley divina; es ley universal; es ley inexorable que consciente o inconscientemente, todos lo cumplimos y lo cumpliremos por toda eternidad.

Quien no conoce su origen, y quien no comprende su destino, es un espíritu muy atrasado en las leyes del espíritu y de la evolución; aun le falta la ilustración y la sabiduría; aun le falta el conocimiento y la perfección universal que le permitirá entender y comprender la divina ley de causa y efecto; porque en la infinita y maravillosa creación de Dios, existen leyes que rigen la vida y el infinito universo – nuestra patria eterna – nuestra patria celestial; que lo conoceremos mas y lo comprenderemos mejor, solo por medio del conocimiento sin limites; lo que significa que solo aquel que lo creo todo, tiene la potestad de revelarlo y explicarlo todo; porque creación y explicación, marchan paralelos en el conocimiento; y la divina revelación alfa y omega, es la nueva luz en el conocimiento humano.

Lo que tenemos que hacer nosotros los espíritus humanos es ilustrar nuestra fe, desarrollar mas nuestro intelecto, ampliar mas nuestro conocimiento, romper nuestros limite mentales y dejar a un lado todo tipo de complejos humanos que no nos permiten avanzar hacía el infinito conocimiento y la perfección espiritual y material.